Este año me ha servido para poner las cartas sobre la mesa en muchos aspectos de mi personalidad que hasta ahora no había visto nada claros. Ha sido un año de idas y venidas (sobre todo en lo personal). Cosas que parecían inamovibles se han ido desmoronando sin apenas darme cuenta.
He vuelto a descubrir que siempre hay gente que al final acaba quedando y que imaginarme mi vida sin su presencia se me haría insoportable. Y es que si no estuvierais, las comidas, las cenas, las copas y los cines no serían lo mismo.
Este ha sido un año de cambio permanente. De aceptar partes de mi que creí que podía cambiar, pero que son así sin más. También ha sido el año en el que me ha entrado la crisis de los veintitantos en la que veo el futuro como una nebulosa incierta que me asusta, que me asusta profundamente.
En este 2007 he empezado mi “último” año de carrera con un sabor agridulce. Por un lado tengo ganas de decir adiós a los madrugones para escuchar tonterías, al ¿café? de la cafetería, a los profesores pedantes y demás flora y fauna que compone Ciencias de la Información. Pero a la vez con cierta angustia al pensar que este es el camino que he elegido y que ya no ha vuelta atrás, en definitiva, me angustia pensar que tengo los días contados como universitaria.
Fuera de mi entorno han pasado miles de cosas que todos los canales se han encargado de recordarnos. Quizá lo más sonado haya sido el ‘¿Por qué no te callas?; pero ha habido de todo, desde diálogos con terroristas hasta los euros de propina que deja el señor Solbes cuando toma café.
En fin… el 2007 tiene las horas contadas y va siendo hora de cerrar este capítulo para estrenar uno nuevo, con la ilusión de los comienzos y por todo lo alto.
Pues esto es todo; no te atragantes con las uvas, si bebes no conduzcas y ya nos leeremos (seguro) en el 2008.