Casi casi no llego a tiempo para poner el post típico/tópico de fin de año. No voy a escribir ninguna parrafada tipo la del año pasado... Voy a entrar en el nuevo año con Vetusta Morla y su Año Nuevo. No ha sido un año especialmente bueno, pero lo hemos llevado como hemos podido...
Este post es consecuencia del anterior y también de lo anti-navideña que me estoy volviendo... ¿Que puede haber mejor que el armadillo navideño para felicitarte las fiestas?
Este año me ha vuelto a pasar lo mismo, por eso he elegido a los grandes expertos en esto de las campañas navideñas para adornar el blog, que es lo que toca estos días. A día de hoy yo sigo buscando mi espíritu navideño. El año que lo encuentre prometo contarlo aquí... Aun así, Feliz Navidad.
Hacía tanto que no caía una nevada como la de hoy que ya no me acordaba de lo mucho que me gusta la nieve. Ya solo queda un poco en las zonas verdes, todo lo contrario a lo que ha pasado esta tarde... no ha habido un solo rincón que haya conseguido librarse. No sé porque, pero lo necesitaba... a veces las cosas típicas/tópicas navideñas me gustan. También me gusta esta explicación del porqué de la nieve, muy típica/tópica también... pero es lo que hay. (La foto: cedida por mi pekeño primo Fer, así que muchas thanks!)
Como consecuencia la época en la que estamos paso más tiempo en la tienda que en mi casa. Vale estoy dramatizando (algo que también hago mucho últimamente), la campaña de navidad todavía no ha empezado en serio, pero ya se va notando la afluencia. Yo la he notado principalmente en el aumento de horas, después la notaré en mi bolsillo y entonces ya no me quejaré tanto. Estoy agotada (vuelvo a dramatizar). Lo bueno que ha tenido la tarde de hoy ha sido descubrir la canción que dejo hoy por aquí. Sidonie ya ha aparecido por aquíantes, pero la verdad es que no conocía esta canción y ahora me tiene enganchadísima.
No creo que llegue a perder la cabeza por no ser capaz de olvidar, pero a veces sí que me gustaría ser capaz de eliminar recuerdos que lejos de ayudar hacen daño. Al rato le doy la vuelta y pienso que al fin y al cabo somos quienes somos gracias a los recuerdos que van quedándose sedimentados en nuestra cabeza. Dejamos de ser cuando dejamos de recordar. Esta es la razón por la que hoy en vez de gritar para olvidar quiero gritar para ser capaz de seguir archivando recuerdos que aunque a veces estén pintados de rosa o desfigurados como un Picasso sigan formamdo parte de mi pasado, de mi presente, pero sobre todo de mi futuro.